💅🏼 ¡Hola, hola Coca-Cola! 💅🏼
¿Cómo estás?
Qué locura que ya se acabó abril. La verdad es que la rueda sigue girando *guiño a la edición anterior* y este mes me costó un montón pararla un momento. Pero aquí estamos y estoy demasiado emocionada por hablar contigo otra vez. Por fin.
Empiezo con una pregunta: ¿ya viste la última temporada de Euphoria?
Sea cual sea la respuesta, no pasa nada.
Déjame pintarte una escena:
Estás en tu cuarto, en tu cama para ser más específica, mientras comes tu comida confortable favorita. Justamente ese día no te sientes bien, las inseguridades aparecen y no ves cómo callarlas. Tomas una decisión: no vas a callarlas. Ese día vas a sentirte mal y darte permiso para hacerlo, sin excusas ni buscar la salida más rápida con cualquier distracción. Pero no puedes.
Entra por tu puerta la versión más fitness de ti y te dice que tienes que salir a hacer ejercicio. La intentas ignorar.
Pero no puedes.
Detrás de ti aparece otra versión mejorada de ti. Esta vez es la persona más físicamente perfecta que puedes imaginarte y te dice que deberías sentirte bien contigo. La intentas ignorar.
Pero no puedes.
De repente aparecen más de cinco versiones y te gritan que no puedes sentirte mal. Todas te dicen razones para invalidar lo que sientes y te repiten una y otra vez que no puedes estar mal. Las intentas ignorar.
Pero no puedes.
¿Te cuesta imaginar algo así?
Míralo aquí:
Esa escena se me quedó grabada en la mente apenas la vi. De hecho, la repetí hasta el cansancio porque no podía creer que una serie pudiese representar tan a la perfección lo que significa crecer en medio de esta vorágine de influencers, coaches de vida, espiritualidad y redes sociales.
Por supuesto que mi curiosidad no dejó de tocarme la cabeza y es por eso que hoy vamos a hablar de algo que estoy casi segura ya has escuchado antes, pero quizá no te has detenido a entenderlo mejor: lo de hoy es la positividad tóxica.
Pero antes de comenzar: estudios han demostrado el poder y los beneficios que tiene el pensamiento positivo, incluyendo la reducción de los niveles de estrés, mejorar la inmunidad y mayor esperanza de vida. El problema como tal no es la positividad en sí misma y no se trata de eliminar por completo la noción de ser optimistas, lo que pasa con la positividad tóxica es que trivializa los sentimientos y sufrimientos de las personas.
Es ahí cuando se convierte en un problema.
✏️ ¿La positividad qué? ✏️
Si toda la vida nos han dicho que debemos perseguir la positividad y mostrarnos optimistas frente a la vida, es una tarea complicada desmantelar esa idea y ver qué hay realmente detrás de la obsesión que existe con el ideal de estar siempre felices y ver el vaso medio lleno.
Cuando hablamos de positividad tóxica nos referimos a la imposición de un pensamiento positivo como la única forma de solución a los problemas y para lograr esa imposición, se exige a las personas que eviten o nieguen cualquier pensamiento negativo, pero particularmente que no expresen emociones negativas.
Detrás de todo esto está la creencia de que todo el tiempo hay que darle un giro positivo a las experiencias, incluidas las que son dolorosas y trágicas.
¿Cómo se ve esto?
Te pinto otra escena: te sientes triste y estás llorando desconsoladamente porque algo muy, muy malo pasó y cuando decides contarle a alguien lo que te pasa, esa persona te responde con una variación de lo siguiente:
— Hay gente que está pasando por cosas peores, deberías estar agradecido.
— Pero busca lo positivo, no te enfoques solamente en lo malo que está pasando. No seas fatalista.
— Deja de pensar en las cosas malas porque pensarlas es atraerlas.
¿Qué nos pasa frente a la positividad tóxica?
Aquí va una historia personal…
Cuando era niña pasé por una etapa de pánico y verdadero terror por la posibilidad de ser secuestrada: no dormía, lloraba cada vez que lo pensaba pero los pensamientos eran tan intrusivos que verdaderamente no podía controlarlos, cada vez que llegaba a un sitio buscaba más de 3 salidas de emergencia y en mi cabeza ideaba el plan de huida y hasta no tenerlo perfecto, no me podía relajar. Tenía menos de 15 años cuando esto me pasaba.
Recuerdo perfectamente que cada vez que comunicaba mi miedo, la respuesta que más se repetía era la de “atraes lo que piensas'' y la presión que sentía se triplicaba porque al entrar la culpa en la ecuación, todo se volvía mi responsabilidad: si pasaba, era mi responsabilidad porque yo lo atraje y si no pasaba, también lo era porque yo necesitaba planificar la huida.
Lo que pasó fue que decidí no decir más nada de ese terror con la esperanza de que, si nunca lo hablaba y me distraía constantemente, no lo iba a sentir más. Por supuesto, nada de eso sucedió y simplemente gané herramientas psicológicas que me ayudaron a validar mis propios sentimientos y saber que no soy lo que pienso.
Hasta hoy, sigo sintiendo el más profundo terror de los secuestros, pero los síntomas de ese miedo no me paralizan como antes.
Te cuento esta breve anécdota porque ilustra a la perfección lo que puede causar estar constantemente rodeado de la positividad tóxica: se pierde absoluta relación con lo que sentimos porque buscamos la forma de ignorarlo o de invalidarnos mientras buscamos un escenario brillante y positivo cuando quizá, no lo hay.
Lo que termina pasando es que nos sentimos rotos y perdidos porque no sabemos “ver el vaso medio lleno” todo el tiempo y terminamos aislados de los demás por miedo a que nos juzguen o no sepan acompañarnos sin exigir que estemos bien.
El psicólogo clínico y copropietario de The Psychology Group, Jamie Long dice que cuando la positividad se usa para encubrir o silenciar la experiencia humana, se vuelve tóxica. Al rechazar la existencia de ciertos sentimientos, se crea un estado de negación y emociones reprimidas.
🙃 La felicidad imperativa 🙃
Hablemos de las redes y de por qué su llegada empeoró la obsesión con la positividad tóxica.
El empresario y académico de internet, Kalev Leetaru dijo en 2019 que “un creciente cuerpo de investigación sugiere que estar saturado con imágenes tan perfectas en las que cada escena representa la vida en su mejor momento, puede hacer que las personas sean menos felices cuando comparan sus imágenes escenificadas con sus propias vidas”.
En redes sociales la gente muestra una vida feliz y perfecta, generalmente ocultando los momentos tristes o malos y ese estado perpetuo de felicidad sin interrupción se origina de una sociedad que está constantemente perpetuando el ideal de la felicidad, productividad, positividad y éxito.
La principal consecuencia de esto es que se crean expectativas que no se corresponden a la realidad porque se eliminan los matices y grises que son parte fundamental de la experiencia humana.
El libro “La Sociedad del Cansancio” del filósofo y ensayista surcoreano Byung-Chul Han lo aborda perfectamente: “Al nuevo tipo de hombre, indefenso y desprotegido frente al exceso de positividad, le falta toda soberanía”.
¿Por qué le falta soberanía? Porque la positividad tóxica invita a una homogeneización de la sociedad en donde todos somos felices pero de una misma manera.
Te dejo con esa idea. Cuéntame qué piensas.
🤓 Te lo cuenta: Abel Sarabia 🤓
Abel es psicólogo-psicoanalista y director adjunto de Cecodap, una organización venezolana que trabaja en la promoción y defensa de los derechos humanos de la niñez y adolescencia. En esta edición, es él quien da luces sobre este tema.
¿Cómo identificar la positividad tóxica?
Para identificar si somos personas que caemos en la positividad tóxica, vale la pena evaluar si no damos lugar a aceptar emociones válidas como la tristeza, el miedo, la ansiedad o la rabia. O si nos aferramos de manera rígida a las emociones positivas y no nos damos permiso de sufrir y llorar porque creemos que la felicidad es el único camino que debe ser llevado a cabo a toda prueba.
Ahora, si lo que queremos es identificar la positividad tóxica en los demás, hay algo que es importante aclarar: es válido y está bien que una persona tenga una actividad positiva y feliz ante la vida, el problema no es ese.
El verdadero punto de inflexión aparece cuando esa persona no acepta las experiencias negativas o las invalida, se muestra poco dispuestx a escuchar o entender lo que pasa, intenta imponer una única visión sobre la vida, la felicidad y la esperanza.
También es característico el invalidar la posición del otro, hay poco espacio para la escucha y para la empatía.
¿Cómo nos puede afectar caer en la positividad tóxica?
Limita nuestra capacidad de conectar con nuestras propias emociones. Vale la pena recordar esta expresión psicoanalítica de que “lo reprimido siempre vuelve con más fuerza”, entonces se pueden negar las emociones negativas pero eso no significa que van a desaparecer.
Una vertiente de esa positividad tóxica es cuando nos sentimos permanentemente culpables por no estar lo suficientemente felices o cuando nos queremos imponer obligaciones sobre nuestro estado emocional y terminamos con expectativas muy altas y un estado constante de ansiedad.
¿Cómo podemos no caer en la positividad tóxica?
En principio, pasa por reconocer que tenemos un crisol de emociones que podemos experimentar y que cada una de ellas cumple una función. Incluso aquellas que no son placenteras.
Las emociones nos ayudan a orientarnos en la vida: la rabia nos ayuda a reconocer momentos en los que necesitamos defendernos, la tristeza muestra cosas que necesitamos sanar, el miedo ayuda a comprender riesgos y evitar peligros.
Por otro lado, es importante mantener una postura flexible ante lo que los demás pueden sentir, incluso si decides mantener una postura positiva ante la vida, no significa que los demás no tengan sus procesos y hay que respetarlos.
Mucha negatividad es mala, mucha positividad es mala: ¿cuál es la meta, entonces?
Todo lo que se pone en extremos y en estructuras rígidas se aleja de la salud mental. La vida trata de reconocer que el placer y bienestar y el dolor forman parte de la experiencia humana y en la medida que lo aceptamos y no nos aferramos a ninguna de esas posturas podemos mantener el equilibrio.
Se trata de reconocer la vida con sus matices.
Si quieres indagar un poco más, aquí te dejo un episodio de su podcast Fuera de Consulta en donde profundiza en el tema.
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Y ahora sí: colorín, colorado ✨
Gracias por estar aquí. Espero que decidas quedarte.
✨ Francis Peña ✨