✨ ¡Hola! ✨
Qué feliz me hace que estés aquí. Gracias por sumarte a este newsletter y acompañarme en este camino de entender los trastornos de salud mental, ver más allá del estigma y la etiqueta que suponen y abrirte a la posibilidad de repensarlas.
Para mí no hay mejor forma de empezar este experimento que me emociona tanto que no sea agradeciendo a quienes me acompañaron hasta hacerlo posible. Gracias a Estefanía de Sousa (@fefa_moreno) por la ilustración que acompaña a este newsletter, a Juan Andrés Parra (@juanchiparra) por darle vida a lo que una vez solo existió en papel y por ser mi compañero en todo el camino, a Mariel Lozada (@marielozadab) por recordarme que la inspiración viene es cuando nos sentamos a hacer las cosas y gracias a mí por no dejar que las inseguridades ganaran esta vez (❤️)
Ahora sí: ¿Empezamos?
🧠 ¿Por qué hablar de salud mental? 🧠
Nunca se me va a olvidar la cara de pánico que puso mi hermana cuando se enteró que mi terapeuta me recomendó ver a un psiquiatra para que me recetara antidepresivos. Me imagino perfectamente el shock que pudo sentir: su hermana menor, recién llegada de Londres, con un máster bajo el brazo, por fin reunida otra vez con su familia después de pasar un año lejos ¿cómo que tiene que tomar antidepresivos? ¿qué pasó?... y la verdad es que lo que pasó fue una explosión de cientos de emociones reprimidas, miedos que ganaron, un sueño que se cumplió pero no fue lo que esperaba, un diagnóstico de cáncer a un niño de tres años, el sentir que si algo así podía pasarle a él, la vida no tenía ningún tipo de sentido y simplemente no valía la pena seguir intentándolo. Eso pasó. Nadie lo sabía. Ni mis amigos más cercanos. Para todo el mundo, yo era la mujer exitosa que con 24 años estaba clara de su camino profesional, se había ganado una beca y trabajado en la BBC, pero en el fondo sentía un vacío del que nadie se enteró nunca. Hasta ahora.
Ese día me quedó claro que no era un tema que pudiese conversar en voz alta. Quizá no estaba preparada para recibir las miradas, sentirme tan culpable por no ser feliz cuando, en teoría, lo tenía todo para serlo. Pero con el tiempo empecé a contarle a personas (además de mi terapeuta) de ese vacío y desesperanza que parecían no irse nunca: mi novio fue el primero. Después mi mejor amigo, mi prima, mi editora. Lo siguiente que pasó fue algo que no me esperaba: la mayoría me dijo que también se sintieron así alguna vez. Algunos tomaron antidepresivos para mejorar, a otros les funcionó hacer ejercicio, meditar, escribir… pero lo que se me quedó grabada fue la sensación de estar acompañada, de que realmente hay una puerta de comunicación que puedo abrir con otros que pasaron (o están pasando) lo mismo que yo.
Eso cambió por completo mi forma de entender ese revolcón de emociones que sentía a diario. O la falta de ellas, porque ¿para qué te voy a mentir? A veces el problema es que no sentimos nada.
No voy a atiborrarte de números hoy, ni decirte las razones lógicas, sociológicas y demás de por qué la salud mental importa y es necesaria incluirla al momento de hacer y pensarnos las políticas públicas (ya eso vendrá más adelante). Lo que sí voy a decir es que, para mí, es importante hablar de la salud mental porque es otra manera de abrazarnos desde nuestra humanidad, de conectar realmente con lo que vivimos y lo que somos en un determinado momento y porque al abrirse y darle luz a nuestras sombras, nunca sabemos qué tan lejos ilumine esa luz, ni tampoco a quiénes podemos estar salvando de sentir vergüenza y soledad solamente por existir distinto a los otros.
Entiendo que no todos somos tan afortunados de tener al menos a una persona que nos entienda o que no nos juzgue. Sé que tener terapia es un privilegio que no está al alcance de todos y también estoy consciente que desde el lugar del que hablo no es uno que necesariamente va a corresponder con el tuyo. Pero sí sé que esta newsletter nació para brindar ese espacio que tanta falta hace. Otra vez: gracias por estar.
🌻 Te lo cuenta 🌻
Hace un par de días monté una historia en mi Instagram de un texto que planteaba que hablar de la salud mental es fácil cuando se aborda desde las actividades de cuidado personal, como hacer yoga o un facial, que se confunden con un verdadero cuidado a la mente enferma. Pero cuando hablamos de la enfermedad mental, aparece la incomodidad, el miedo y el estigma. Muchos estuvieron de acuerdo. Pero mi queridísima amiga Estefanía Saturno piensa que a lo mejor no hace falta dar tantas explicaciones. Decidí invitarla a esta edición para que nos cuente más.
No tienes que salvar al mundo, por Estefanía Saturno
Sé que dentro de ti, de mí y de todos los que somos diagnosticados con una enfermedad mental, existe una necesidad intrínseca de explicar lo que nos pasa, de sentirnos entendidos y ser comprendidos por el exterior, pero el problema es más complejo porque para que sanemos es necesario dedicarnos el tiempo que deseamos dedicar a los otros en explicaciones.
A ningún enfermo se le exige que explique qué tiene ni que haga un análisis nosológico sobre lo que está ocurriendo en él. Los enfermos no tenemos por qué entender lo que nos pasa y mucho menos tratar de explicarlo o hacer compendios complicados para que el mundo no nos considere “bichos raros, alienígenas o seres a rechazar”. Para eso hay especialistas, que entienden mucho mejor lo que nos ocurre, que saben cómo explicarlo y aún así, lo único que nos piden es que hagamos el tratamiento cuando asistimos a sus consultorios.
No tenemos por qué confesar nada a nadie, ni nuestro deber es salvar al mundo, por ahora, con salvarnos a nosotros mismos, estamos haciendo el mayor acto de valentía y esperanza.
A lo que reflexiono: ¿No será que a lo mejor el primer paso es hacer las paces nosotros mismos con la noción de que, por un tiempo determinado, estamos enfermos y necesitamos tratamiento? Quizá si partimos desde ahí, la necesidad de explicarnos demasiado disminuya, aunque claro que eso también abre otros debates.
¿Qué piensas tú?
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Ahora sí, terminamos esta edición. Infinitas gracias por estar. Espero que decidas quedarte,
¡Hasta prontito!
— Francis ✨