—“Esto es lo que querías”, me dijo mi psicóloga.
Tuve que repetir mentalmente esa frase par de veces para darme cuenta de que era verdad.
Generalmente me cuesta escribir de lo bueno que me pasa porque siento que me quedo corta en adjetivos y encuentro más profundidad hacia mí misma cuando me toca atravesar algo difícil o doloroso.
Llámalo ego espiritual, masoquismo o simplemente miedo a que se desmorone lo bonito si le quito las puertas que lo cuidan. A lo mejor todo eso es cierto.
Llevo 27 años averiguándome en lo que dolió y como desde ahí he descubierto tantas cosas de mí, no sé cómo verme al espejo con la misma curiosidad cuando me dan una noticia que estuve esperando mucho tiempo o me escribe la persona que quería o simplemente las cosas salen bien, sin contratiempos y sin que nada duela.
Llámalo no saber recibir, tener la configuración cerebral seteada al pensamiento catástrofico o una necesidad patológica por sentir que tengo el control. A lo mejor todo eso es cierto.
Más de una vez me he pillado buscando evitar la parte difícil de las cosas, sin embargo es ahí en donde más indago sobre mí. Entonces, ¿qué estoy haciendo?
Estoy en una lucha constante por vivir desde un lugar que no duela pero cuando aparece ese ‘no dolor’ se me hace tan aburrido y simple que me meto de cabeza en una herida, la primera que se active, para entonces sentir que estoy indagando, aprendiendo y viendo hacia adentro.
Pero ¿no podemos también vernos y aprendernos desde el ‘no dolor’? ¿no vale también la pena a veces sentarse a escribir de lo bueno, de lo que sí, de lo que se siente más ligero?
Me pregunto quiénes seríamos realmente si dejáramos de retorcernos tanto en el lodo buscando constantemente limpiarnos. Pienso en cómo me sentiría si aceptara que no siempre hay que irse de cabeza a ese lodo porque también está bueno quedarse limpia. Incluso quizá se me haga más fácil reconocer mi reflejo en el espejo sin tanta cicatriz abierta y rímel regado de tanto llorar.
Todavía no sé exactamente cómo escribir de lo bueno que pasa, pero quiero aprender.
Quiero buscar una lista más larga de adjetivos, sentarme a escribir cada vez que me duela la cara de tanto reírme, recordar los colores del cielo cuando me pare a tomarle una foto, poner en palabras lo que siento en el pecho cuando mis amigas me escriben para desearme buenos días o buenas noches y decirme, desde el fondo de mi corazón y con absoluta certeza, aunque sea por una vez: “esto era lo que querías”.
Llámalo optimismo ciego, mirar la vida con cristales colo rosa o ingenuidad. A lo mejor todo eso es cierto.
Ese día necesité que mi psicóloga me recordara que lo que está pasando es algo que quiero para así no hundirme tanto en el miedo, en la incertidumbre de lo que viene con la decisión que tomé y en recuerdos de cómo viví algo similar antes.
Pero esto era lo que lo quería.
Ahora toca ir a vivirlo.
Aquí te va el ✨pop✨ necesario de la edición. Abre los brazos como un avión para recibirlo 🛫
Todavía no me canso de Noah Kahan y espero nunca hacerlo, pero mientras averiguamos si pasa o no, ¿qué tal si escuchas este disco que descubrí hace poco y también me voló la cabeza? Mi favorita es esta.
Estoy obsesionada con los anillos y mi fase de buscar los que más perfectos me parezcan apenas empezó. Mira estos con los que me topé. Ya estoy manifestando tener el dinero para comprar uno ❤️
Si hay algo que amo es ritualizar mi vida y desde hace semanas el momento que más espero de las mañana es hacer un café para también calentar leche de almendra con miel y vainilla y combinarlo. Mi recomendación aquí no es que hagas lo mismo porque a cada quien lo que le funcione, pero sí te invito a que le metas intención a al menos una cosa todos los días.
En esa misma línea… qué diferencia ha hecho para mí intencionar las cosas. Mira, te comparto mi método: piensa en algo que tengas que hacer o algún sitio al que debas ir o incluso, algún estado emocional que estés atrevesando y pregúntate: ¿desde dónde quiero vivir esto?. La primera palabra que venga a tu mente y te haga sentir con más espacio para respirar en el pecho, se convierte en tu intención. Dilo en voz alta y te vas a dar cuenta de cómo las cosas se comienzan a alinear con la energía de esa palabra. Es cosa de magia y ya sabes que esa es mi cosa favorita.
Esta sección pop se quedó corta por ahora, espero sepas disculpar. Están pasando muchas cosas al mismo tiempo y mis anclas terminan siendo las mismas: música, respiración, intencionar, ritualizar, movimiento y mucha escritura. Me dio curiosidad… ¿cuáles son las tuyas?
Espero que la próxima vez que nos leamos tenga más recomendaciones que hacerte,
Como siempre, gracias por estar aquí.
Te mando un abrazo repara costuras,
Te entiendo tanto❤️ me encantó